domingo, 18 de octubre de 2009

Te queda mucho por aprender, mucho...

Y el tercer Maestro fue un niño. Entre a un pueblo y el niño llevaba una vela encendida. Iba a la mezquita a ofrendar la vela.

Por diversión, le pregunté, '¿Encendiste la vela tu mismo?'. El me dijo, 'Si señor'. Le pregunté, 'Hubo un momento en que la vela estaba apagada, luego hubo un momento en que la vela estaba encendida. ¿Podrías mostrarme la fuente de donde provino esa luz?'
El niño se rió, soplo la vela, y me dijo, 'Ahora has visto a la luz perderse. ¿Dónde ha ido? ¡Tu dime!'
Mi ego quedó destruído, todo mi conocimiento perdido. En ese momento sentí mi propia estupidez. Desde entonces he abandonado todo saber.

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