Donde se duermen los deseos de un hombre, nace una inquietud, un motivo para mover el culo, de tu ciudad o incluso mover los muebles de tu mente para darle otro sentido a la vida. Ayer soñé, y dormí poco, pero soñé mucho. No me miento, soy un soñador acojonado y soy más que un mero imaginador…
Anoche estabas por aquí, por mi cabeza de chorlito, en mi azotea rondando. Es la primera vez que te veo por este mundo, quiero que lo sepas y que seas consciente de que ya aquí, es difícil marcharse, porque suele crearse un lugar cómodo y genial, donde muy poca gente llega. Estoy dispuesto a que sonrías más que nunca, a que arriesgues sabiendo que estoy y a que nadie te robe tus ganas de ser un poquito más feliz.
Era extraño, ensoñaciones de ensoñaciones. Cualquier cosa donde aparezcas, es un sueño, cada gesto y cada susurro. La calle estaba llena de gente, y andaba y andaba. Conozco tu ciudad y mi ciudad y no aseguraría que fuera ninguna de ellas, pero allí estabas, frente a mí. Tu mirada y la mía, lejos pero cerca, nadie nos miraba, éramos extraños entre extraños, y sabiéndonos deseosos de cualquier gesto.
Se acercaba el segundo en que mínimo te olería, te escucharía o te sentiría, fue todo. Todo a la vez, y solo una mirada, no creo ni que nos tocásemos, pero allí estábamos lo mas cerca que podíamos estar, unidos por el respeto y por una ilusión. Supe de ti, de tu olor, de tu aire, fui alado deseo de estar y querer ser lo que queramos. Me alegro de que nuestro olor a alcohol al menos traiga sueños a nuestra cabeza, ni soy, ni quiero, deseo y sueño. Me pones una sonrisa, y debo de agradecerte como siempre hago, que estés por aquí en tiempos regulares… y espero que estés por aquí en tiempos mejores.