martes, 3 de febrero de 2009

La fabula de los 50 euros


Os pondré en situación.
Érase una vez, aunque no se si las fabulas empiezan así, una buena chica y un chico que de lo listo que era, caía hasta mal.
Un día el chico le pidió a nuestra victima que le acompañara a comprarse una gafas a la óptica, por lo cual ella accedió y le hizo compañía en la compra de esas lentes que el necesitaba. Cuando el chico eligió el modelo que le gustaba, se percato de que le faltaba algo de dinero para la compra de sus gafas graduadas, ella sin dudarlo le dejo el restante que el necesitaba y el cual da nombre a esta singular fabula. El prometió devolverlo cuando cobrasen su miserable nomina en aquel trabajo que compartían.
El salio contento de la tienda con sus gafas nuevas y ella no menos contenta porque su, supuestamente nuevo amigo, era feliz.
Pasaron las horas, los días, las semanas e incluso los meses y al protagonista con dioptrías, le salio una cadencia mas, era sordo, ya que nuestra amiga se harto de pedirle sus 50 miserables euros.
Viendo la pasividad del personaje a devolver aquella ínfima cifra, ella ya accedió al desprecio y a la más mayúscula ignorancia.
Cuando el desagravio se había olvidado casi por completo, un día el y ella se volvieron a encontrar de cara y ella le pidió por enésima vez lo que era suyo, y e aquí quizás la historia y la escusa mas rocambolesca inventada por el hombre.
‘’ Un día te lleve a que comprases tu comida, ¿te acuerdas? Pues ese día al tomar una curva escuche un ruido raro y fui al taller, se me rompió la llanta del coche. Y como ibas conmigo, el arreglo me valió 80 euros. De ahí me los he cobrado y aparte me debes 30 euros mas’’

Moraleja

Con 50 euros se pueden pagar cosas dispares, gafas, ruedas y amigos.

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