lunes, 13 de julio de 2009

La musica y el agua



El agua bailaba, y no solo en nuestras mentes. Varios pares de ojos lo notaron, y aunque no viajaran mas allá de ver, notaron lo excepcional del agua rítmica y de ese momento en lo que todo lo físico se marchaba al garete. Los árboles alzaban sus largos brazos ramados, y en ese vaivén compartían baile con las estrellas y la luz de aquel pequeño fingido candil en el pasillo de enredaderas. Momentos.
Nadie enturbiaba el agua en ese momento, nada hacia que estuviera inquieta buscando su calma, si no que únicamente la música creaba esas hondas y los árboles, los sonidos de la noche y nosotros en un papel de intrusos, los vimos en sus salsa, en eso que siempre habíamos sospechado pero nunca visto. Hay ritmo en lo parado y magia en lo que parece inerte. Un placer.
Y a la hora de marchar, una mirada atrás, deseoso de volver a notar esa naturaleza extraña de la que un día escribí y de la que hoy se algo mas de lo que creía, gira el disco y continua la vida, a lo mejor la música nos hace vivir y ellos únicamente lo celebraban y les estuvimos espiando por una rendija que dejaron abierta.

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