martes, 1 de septiembre de 2009

El raso de la estrella...

Las coincidencias son un asunto que en el Ministerio de la Verdad nadie sabe quien las trata, pero si se sabe con certeza que vienen de allí y que son lo que son, porque corresponden al azar y a su excelentísimo capricho. Ayer a eso de las 20’45 apareció por mi mesa del trabajo la dichosa coincidencia.
Me encanta esta pregunta, ¿Causalidad o casualidad?
El viernes iré a cantar o a poner cara de póker cuando vea a los Vetusta sobre el escenario, es un concierto indagatorio sobre esa nueva clase de pop interesante, en ocasiones, que se hace por estos lares, a ver los de Tres Cantos con que me sorprenden. No sabia la ubicación del citado concierto y mediante un truco hábil y astuto, pude mirarlo en mi ordenador lento y capado, del banco donde trabajo. Perfecto, ya sabía donde era, cuando un segundo después me llamo un nuevo cliente, podría recordar el apellido pero es tan difícil hurgar en mi memoria de datos bancarios.
Tras hacer 1001 preguntas sobre la operativa de la hucha holandesa, decidió colgarme, pero luche una vez mas mi llamada, y logre que se quedara y contratase nuestro magnifico producto de ahorro. Al tomarle los datos para enviarle la documentación, llego el momento de la dirección, así es su dirección, la dirección de los Vetusta, mi dirección del viernes, mi destino.
A veces todo es tan caprichosamente asqueroso que me hace sonreír y en el Raso de la estrella, seguro que alguien me mira y piensa que ya me habrá visto en algún sitio, o quien sabe a lo mejor allí cambia todo o simplemente no pasa nada, y estoy porque tenia que estar.

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