Abraham ,"el amigo de dios",se casa con Sara, parece que no podemos tener descendencia (y eso que lo intentas mucho y a menudo), así que pruebas con una esclava de mía, de ahí nace tu primer hijo, que no mío, pero como dios te había prometido una prole tan basta que no entrase en una foto polaroid, a base de seguir intentándolo en la senectud de tu vida, vas y me haces un chavalín, Isaac, cuando ya no me lo esperaba y desconfiaba totalmente en la palabra divina. A Isaac vas a tener que sacrificar como un cordero antes de ser asado para que dios se crea que le amas y adoras, acto que no hace falta y al final se conforma con que te practiques la circuncisión (de ahí que los judíos se la hagan al nacer).

Obsesionado que estás con seguir teniendo descendencia, le metes seis penaltis a una tal Cetura con la que te casas, aunque no sé yo si tú a los 90 años estás muy ágil para tal epopeya, ¿estás seguro de que son tuyos los chavales?. Ahí no queda la cosa, antes de ello, con eso de que te es prometido otro hijo y como a tu esposa parece no quedarse embarazada de nuevo, puede que sea por mi menopauisa mezclada con mi reciente rotura de cadera cuando llevaba a pastar las ovejas aquel día que me obligaste a salir de la tienda porque tenías que separar los dátiles maduros de los que no, y yo te desconcetraba de tal tarea, vas y tienes otra criatura con una tal Agar, esclava, como no.

Muero, porque tanta actividad matrimonial y extramarital agota mi vida a los 127 años, así que mandas a tus hijos a fundar otra tribu y no te lo piensas dos veces, te casas con una tal Cetura, con la que tienes otros seis vástagos, ya te vale.

Me entierras en Hebrón, a pesar de que te pedí que me incineraras, allí te parece buena idea casarte con la nieta de tu hermano, Rebeca, y a los 175 años falleces, con una cola de demandas en el juzgado por no pasarle la pensión a tu múltiple descendencia. Falleces con el sobre nombre de "padre de multitudes", no me extraña, regalando antes a Isaac, tus concubinas e hijos, varios ellos y deshaciendote por fin de tus deudas a punto de ser ejecutadas.

Y todo ello has de creerlo por caridad cristina, porque testigo de ello son las sagradas escrituras, ¡amén!.

Gracias Sara, un buen regalo es este, lo tomo como tal. Gracias