domingo, 29 de marzo de 2009

Caras de...

Rictus más allá de la vida, o más allá de lo que halla. Imprevisible como una tormenta de verano o como el amor de tu vida. Aquella mujer de unos 30 años aproximadamente, se desmayo y resbalo por el agujero de lo que no conocemos, de la inconsciencia singular, del silencio y de lo que asusta a los hombres más fuertes del mundo. Podría contarlo simpático, cuando el pastor de la iglesia bautista entro en acción, o cuando le quite los zapatos o intente desanudar aquellos muy atados cordones y la tumbamos en tres sillas de aquel restaurante austero de la carretera al sur. La mimamos y la cuidamos hasta que despertó poco a poco, y descolocada se encontró allí, entre nosotros. Me miraba con cara de asustada y nos pregunto que donde estaba, la sangre no regaba aun su cuerpo, y la lentitud de sus palabras, cariacontecia mas a su pareja. La ambulancia de un pueblo perdido camino a ningún lado, tardo más allá casi de la media hora, llegaron y a continuación entre agradecimientos y suspiros, seguimos nuestro viaje. Fuera de bromas y de sustos, que el día después te depara, serán ataques de lo que imaginéis pero la verdad que hoy pensando, espero que jamás le pase a nadie que conozca y ni si quiera a mi.

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