domingo, 9 de noviembre de 2008



En aquellos ojos tristes.
Vacíos.
Vivía yo como un ocupa con prejuicios
y algún sueño escurridizo.
No hay más luna que la que nos vigila y duerme.
Como juraba mi firma en la arena…
‘’…amaba a quien me quería,
pero no a quien me apreciaba como hombre’’
Las últimas olas, mudas,
como perros dormidos
y el ruido del ruido.
El rodar de aquellas rodantes rocas,
el trueno de la primera y única tormenta del verano
anunciaba:

Que el presente es futuro y el guía ciego pregunta
como el cristal gris responde.

LLUEVE.
Creo en los talleres de ilusiones y en los caminos,
caminos siempre embarrados.
Los creyentes conocemos ambos lados
y la noosfera nos queda a dos paradas,
a solo dos paradas de hasta donde nos lleguen las fuerzas.

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