Tan oscura, tan seductora, tan desgraciada...tan malcriada.

Quien no duerme, sabe que pasa por la noche.
Se la hora exacta del descanso de esas farolas que desvelan mi ventana,
se mas de lo que quisiera.
Hago que el despertador de mi vecina sea una señal,
a dormir, dejo caer mi cuerpo como un cocktail sobre un Versace
en mi cama siempre deshecha, por muy matemáticamente que este arreglada.
Robe una almohada en aquel hotel lejano, y en ella descanso mi oído, mis sueños…
Hoy sueño apoyado a un graffiti y quizás en mis sueños, solo en ellos, vuelva a oler a pintura y a intentar limpiar mis manos, por haber escrito un nombre bien grande en una pared. Lo que nos hemos reído Rafa, Dani y yo recordando aquello.
Hace poco leí algo así, ‘’Media vida es noche y la noche es la parte buena’’ que razón tenia el puñetero/a que lo dijo o lo escribió.
Oigo frenazos de la calle, voces de vuelta a casa, algún que otro ladrido y escucho al tic tac del que tanto se ha escrito, el latido del maldito tiempo, el segundo a segundo.
Me he mirado de pasada en el espejo, y he visto las ojeras de un monstruo, que se ahoga de soñar nadando en lágrimas de toda una vida, y que a veces flota en los pocos que me conocen y me admiran e incluso, algunos locos me quieren.
Veo el faro, y cuando el sol se ponga y solo vea rayos, entonces compañero…andarás y yo velare, velare las almas inertes de lo que un día fui y soy. La huella de aquel tigre en la arena de la playa, el porque de todos esos recuerdos esparcidos en el terrazo del suelo de mi pequeña, y a la vez gran habitación. Y recuerdo que me pierdo en el umbral de ese sol, colgado de una cuerda que noche tras noche se rompe. Muero cada mañana y quizás, solo por eso revivo en cada uno de los que escuchan o leen lo que hago.
Demasiadas palabras para la noche, demasiado volumen para el silencio, contradictorio a la vez que verdad, oigo de nuevo la alarma. Alguien correrá. Como yo a Morfeo o como simplemente todos y cada uno de los besos que te debo, pero en dirección contraria. Reniego de lo que fui, y me hago mejor. Pero cada día me hallo acurrucado en esta habitación, sentado debajo de mi escritorio, tiritando y bailando una danza imposible de dentro hacia fuera que me hace ser cada vez mas extraño dentro de esta extraña fiesta.
Te vas y te estrecho la mano como aquel amor imposible que tanto me gusta, Desmond Hume y Penélope Widmore, quieren a Charlie, como yo dormirme y como la noche acabarse.

A todas las personas que se medican para dormir.
Para Cristina.
Para Santiago Arribas.