No me habría planteado jamás la posibilidad de elegir el tapizado de mi ataúd y ni siquiera el tipo de madera de la que quiero que este hecho.
Hay horteras, simpáticos y algún despistado que después de ser enterrado, se despierta e incluso los que en su entierro hacen que suene el himno de ‘’su’’ equipo de futbol.
Valla tela!
No tengo miedo a la muerte, ni a sufrir para llegar hasta ella, quizás únicamente la nostalgia de no volver a ver a los míos, pero como eso aun no se sabe si es como lo cuento, tomémoslo así.
Elijo; Que el tapizado sea rojo, y ya puestos a pedir… !a San Pedro que llueva!
En mi velatorio quiero que halla bandejas de bolitas de coco con chocolate y de hilo musical, quiero que lo elijáis vosotros, ya que a cambio os pediré otro deseo costoso que no imposible… que sonriáis.
No quiero que mis familiares y amigos hagan caravana en la M-40 siguiendo un Mercedes-Benz ranchera con las lunas tintadas, que lo paga el seguro, perfecto. Pero ahorrarlo por otro lado. POR FAVOR.
En el aspecto de imagen, por favor, que me embalsamen lo justo nada excesivo y que no me afeiten. La ropa, algo sencillo, vaqueros, camiseta oscura y aunque no se me vean, quiero unas Nike nuevas.
P.D. La ropa interior blanca, están en mi primer cajón del armario.
A ver si va a haber fiesta en el infierno y me va a pillar sin ir ‘’arreglado’’.
Los últimos deseos son algo más irrelevantes, quiero que quien se considere mi amigo, mi mejor amigo, me eche lo que vea oportuno en el hueco donde me reposen.
Pero he aquí el dilema, ¿Me queman o me entierran?
Si me queman, que me esparzan por Madrid, desde Sol hasta el barrio de Manuela Malasaña, por el Rastro hasta Pirámides…por toda mi ciudad, eso me gustaría.
Y si al final deciden enterrarme, solo un epitafio;
‘’ Aquí se queda enterrado, aquí descansa un tonto, el que nunca llego tarde y por eso se nos va pronto. ‘’
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