Hoy vi a una persona feliz.
Esa especie o tipo de persona en peligro de extinción no suele encontrarse tan fácilmente,
el día mas nublado trae mas suerte fíjate…
Sentado en ese vagón de tren una vez mas, dirección a la hora punta y antes exactamente de que un ejercito de jóvenes estudiantes abordasen mi tranquilidad.
Sucedió.
No es una historia de amor, es una historia simpática digna d mencionar y que ninguno de los que lo leyesen deberían de olvidar.
Una mochila oscura portaba la protagonista, hurgó en sus bolsillos un par de ocasiones en busca de algo.
Una veintena mas o menos de años vividos debería de tener.
Me miro.
La mire.
Miro el lugar libre a mi lado y no lo pensó, se sentó enfrente, buena elección, casi se rozaban nuestros pies.
Siete paradas la observe.
Ninguna exterioridad mencionable, no era ni extremadamente bella ni peculiarmente desgraciada, aunque la frase de la semana pasada la salvaba, todo es relativo según la mirada.
Solo magia, algo mágico, os contare.
De hombro a hombro una sonrisa, los cascos que salían de entre su pelo le hacían cantar y gestualizar cada frase de la música, era simpática y mas que todo parecía o era feliz.
Me volvió a mirar, subió sus cejas y sonreí…
Sonrío.
Cantaba en bajo y se miraba en el cristal que le servia de espejo, que justo había en mi espalda, coqueta, seguía vital y yo parecía que era la única persona que se sorprendía de aquella situación.
No levante la vista de ella, mientras que el resto de zombies del vagón, morían después del trabajo.
Saco su ipod, busco una canción favorita o eso supuse según su forma de actuar, no la forma de actuar de una loca, bastante mas comedida.
Saque me ipod y me miro, sonrío y como dedicándome el final de una estrofa de la canción, me retiro la mirada.
No se que miraba pero de una forma gestual me lo traducía y volvía a su mochila.
Sonrío
Me tocaba marchar, me levante y me daba tanta pereza marcharme y dejar de observar a esa mujer tan feliz.
Salí por la puerta del tren y no resistí no volver a mirarla, la mire y me miro. Y por esa ventana del vagón me regalo una ultima sensación, se iba, se iba la mujer feliz.
La sonrisa que me regalo, la guardo en mi blog y en vuestras memorias, y también en dependencias de la sección de sensaciones perdidas.
martes, 28 de octubre de 2008
Siete paradas
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